Gabinete Psicológico

Toledo y Talavera de la Reina

Nuestro objetivo es dotarte de herramientastécnicas y estrategias
 para que puedas gestionar por ti mism@ el malestar emocional.

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TDAH

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), afecta a millones de niños y a menudo continúa en la edad adulta. El TDAH incluye una combinación de problemas persistentes, tales como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo.

Los niños con TDAH también pueden tener dificultades con la baja autoestima, las relaciones problemáticas y el bajo rendimiento escolar. Los síntomas a veces disminuyen con la edad. Sin embargo, algunas personas nunca superan por completo sus síntomas de TDAH. Pero pueden aprender estrategias para tener éxito.

El tratamiento comúnmente involucra medicamentos e intervenciones conductuales. El diagnóstico y tratamiento tempranos pueden hacer una gran diferencia en el resultado.

Dificultades Emocionales

Las primeras características que se deben tener en cuenta para detectar «problemas emocionales» son:

  • Incapacidad en el desarrollo del aprendizaje
  • Incapacidad de relacionarse con otras personas
  • Comportamiento inadecuado en circunstancias normales
  • Estado de descontento o depresión
  • Tendencia a demostrar temores
  • Hiperactividad
  • Agresión

Estos sucesos se deben presentar constantemente para llegar a caracterizar a un niño con dificultades emocionales.

Pueden identificar varios factores como por ejemplo: disminución en el desempeño académico, problemas de aprendizaje, malos hábitos alimenticios, reacción violenta ante una norma, desinterés de hacer lo que le gusta, bajo de ánimo en momentos alegres, pérdida de peso sin motivo alguno, que se molesten con facilidad o que presente malestares físicos sin ninguna justificación médica. Si su hijo presenta algunos de estos componentes, debe tener cuidado y hacer seguimiento, debido a que puede ser un indicativo de que algo anda mal.

Problemas de Conducta

Es natural que un niño o un adolescente se tenga actitudes que no son las correctas / adecuadas en ocasiones. Esto puede ser producto de momentos puntuales y pasa rápidamente cuando el origen de la tensión desaparece. Cuando las actitudes hostiles, agresivas o perturbadoras se extienden por un periodo de tiempo mayor al de 6 meses, podríamos estar hablando de trastornos de conducta más serios. Es importante por ello estar al tanto de las señales. Darse cuenta de trastornos de conducta en niños y abordar a tiempo un problema puede evitar que haya problemas importantes, tanto en el ámbito familiar como en el escolar.

Durante la niñez y la adolescencia, se están creando los hábitos con los que un adulto vivirá el resto de la vida. Y las malas decisiones también pueden convertirse en hábitos. Intervenir a tiempo puede cambiar la vida del niño o el adolescente y su futuro. Tengamos en cuenta que los jóvenes que presentan problemas de conducta, tienen más riesgo de sufrir problemas mentales, fracasar académicamente e incluso suicidarse. La terapia de familia puede orientar mucho en estos casos, al igual que la terapia del comportamiento puede enseñarle a los pequeños cómo lidiar con sus emociones.

TOC
Es común que los niños tengan rutinas o manías a la hora de comer, de vestirse, de acostarse, etc. De hecho los padres establecen esas necesarias rutinas para el día a día que, en general, suelen difuminarse a medida que los niños crecen.

El problema viene cuando no disminuyen con la edad, cuando se vuelven muy frecuentes, intensas o interfieren significativamente en la vida del niño.

Los niños pueden preocuparse por ponerse enfermos, por la muerte, que hagan cosas mal o que ocurran cosas malas. Es común la idea de que las cosas tienen que estar perfectas o exactamente igual que la última vez.

Una obsesión entre niños y adolescentes puede ser que tenga ideas intrusivas muy perturbadoras sobre que hacen daños a otras personas o pensamientos impropios de su edad.

Los padres son el mejor apoyo para vuestro hijo y que, con el tratamiento adecuado, su calidad de vida puede mejorar considerablemente.

Autoestima e Inseguridad

Los niños empiezan a formar su autoestima desde los cuatro o seis años, aproximadamente. En esta etapa empiezan a comprender los conceptos de “bien” y “mal”, mediante la educación que reciben de sus padres. Es entonces cuando aplican esos conceptos a sí mismos, pensando “yo soy bien” o “yo soy mal”; esta creencia será más o menos positiva en función de lo que su entorno le diga. Así, si el niño recibe apoyo y elogios por parte de su entorno, empezará a creer que es válido; sin embargo, si no recibe esos refuerzos o si es desaprobado, creerá que se debe a que no es válido.

Es de este modo, por lo tanto, como empieza a desarrollarse la autoestima en nuestros hijos. A partir de ahí, y sobre esta base, las vivencias que vaya experimentando el niño le harán desarrollar su personalidad.

La inseguridad infantil es un tipo de miedo o temor que experimentan los niños ante cualquier hecho real o imaginario que implique fracasar, perder el amor o la atención de los padres o personas de especial referencia. Se trata de un estado emocional negativo que provoca alteraciones cognitivas, conductuales y sociales. Saber las causas y los síntomas de la inseguridad en los niños nos permitirá ayudarles recuperar la confianza en sí mismos y a sentirse queridos y valiosos en su familia, en la escuela y entre su grupo de iguales.

Habilidades sociales y timidez

La timidez infantil está asociada a las dificultades en las relaciones interpersonales en las cuales aparece ansiedad y una baja interacción con otros niños. Los niños que son excesivamente tímidos tienden a evitar el contacto con otros porque sienten miedo. El miedo suele aparecer ante desconocidos o ante la percepción e ser evaluados socialmente.

El comportamiento tímido se puede observar a través de las siguientes señales:

  • Falta de interacción con otros niños o adultos. Por ejemplo: no participa en clase, no saluda, etc. Los niños que son retraídos a nivel social, por lo general carecen de habilidades sociales.
  • Muestran miedo, ansiedad o preocupación ante situaciones sociales cotidianas o ante situaciones que impliquen una posible evaluación por parte de los otros (Responder a preguntas en clase, expresar su propia opinión, etc.).
  • El miedo se puede expresar a través de síntomas fisiológicos como son: tartamudeo, sonrojarse, molestias físicas, temblores, etc.
  • Son niños que suelen presentar baja autoestima y sentimientos de culpa o preocupación por su propia interacción social.

La fobia social se caracteriza por sentir una ansiedad muy elevada ante situaciones sociales, lo cual genera una tendencia a evitarlas. Este malestar genera un sufrimiento que afecta a la vida del niño de forma significativa. En los niños se puede manifestar de la siguiente forma:

  • Es capaz de relacionarse con su familia de forma normal. La ansiedad aparece cuando el niño interactúan con niños de su edad y no solo con los adultos.
  • Presenta llanto, pataletas o retraimiento cuando las personas con las que tiene que interactuar no son del ámbito familiar.
  • El niño puede no reconocer el miedo que tiene a relacionarse con otros.
  • Intenta evitar situaciones donde tiene que relacionarse.
  • Los síntomas deben perdurar durante por lo menos 6 meses.
  • Las conductas de evitación interfieren en el día a día del niño en las actividades del colegio y en las actividades del tiempo libre.

El inicio de la fobia social suele tener comienzo en la adolescencia pero en algunos casos puede tener comienzo en la segunda infancia. Cabe destacar que de momento no se ha encontrado una relación directa entre niños que han sido tímidos y el desarrollo de una fobia social en la vida adulta.

Ansiedad y miedos

La ansiedad y los miedos son fenómenos comunes en niños y jóvenes y pueden manifestarse de diferentes maneras en función de su edad y desarrollo. Aquí tienes algunos detalles relevantes sobre la ansiedad y los miedos en estas etapas de la vida:

Ansiedad en niños y jóvenes:

    • Separación de los padres: Los niños pueden experimentar ansiedad al separarse de sus padres, especialmente en situaciones como el inicio escolar o pasar tiempo lejos de casa.
    • Ansiedad social: Algunos niños pueden sentirse ansiosos en situaciones sociales, como hablar en público o interactuar con nuevos compañeros.
    • Preocupaciones excesivas: Los jóvenes pueden desarrollar preocupaciones excesivas sobre rendimiento académico, actividades extracurriculares o eventos futuros, lo que puede generar ansiedad.
    • Fobias específicas: Algunos niños y jóvenes pueden desarrollar miedos intensos y desproporcionados hacia objetos o situaciones específicas, como animales, alturas o espacios cerrados.

Miedos en niños y jóvenes:

    • Miedo a la oscuridad: Es común que los niños pequeños tengan miedo a la oscuridad y necesiten una luz nocturna o la presencia de sus padres para sentirse seguros al dormir.
    • Miedo a los monstruos o seres imaginarios: Los niños pueden tener miedo a criaturas ficticias, lo cual es parte normal de su desarrollo.
    • Miedo a los ruidos fuertes: Algunos niños y jóvenes pueden asustarse con facilidad ante ruidos fuertes como truenos, fuegos artificiales o alarmas.

Es importante tener en cuenta que la ansiedad y los miedos pueden ser parte normal del desarrollo infantil y juvenil. Sin embargo, si estos problemas interfieren significativamente con la vida cotidiana, las relaciones o el rendimiento académico, es recomendable buscar la ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo infantil o un psicoterapeuta, para evaluar y abordar adecuadamente estas preocupaciones.

Talleres de Regulación emocional

Los talleres de regulación emocional en niños y jóvenes son intervenciones psicológicas diseñadas para ayudar a los participantes a desarrollar habilidades para reconocer, comprender y regular sus emociones de manera saludable. Estos talleres se centran en promover el bienestar emocional y enseñar estrategias efectivas para lidiar con el estrés, la ansiedad y otras dificultades emocionales.

  • Educación emocional: Se brinda información sobre las emociones, cómo se experimentan y cómo pueden influir en el comportamiento. Se enseña a los participantes a identificar y etiquetar diferentes emociones.
  • Conciencia emocional: Se enfatiza la importancia de la conciencia plena o mindfulness para observar y aceptar las emociones presentes en el momento. Los participantes aprenden a prestar atención a sus propias emociones sin juzgarlas.
  • Identificación de desencadenantes emocionales: Se ayuda a los niños y jóvenes a reconocer los eventos, situaciones o pensamientos que desencadenan respuestas emocionales intensas. A través de ejercicios y actividades, se les enseña a identificar los desencadenantes y a comprender cómo estos afectan sus emociones.
  • Estrategias de regulación emocional: Se proporcionan técnicas y habilidades prácticas para regular las emociones. Estas pueden incluir técnicas de respiración profunda, relajación muscular, visualización, reestructuración cognitiva y expresión creativa, como el dibujo o la escritura.
  • Resolución de conflictos: Se enseñan habilidades para resolver conflictos y manejar situaciones difíciles de manera constructiva. Los participantes aprenden a comunicarse de manera efectiva, a negociar y a buscar soluciones mutuamente beneficiosas.
  • Apoyo social: Se fomenta la interacción y el apoyo entre los participantes del taller. Se promueven actividades grupales que fomenten la empatía, la comprensión y la solidaridad.
  • Práctica y consolidación: Se brinda la oportunidad de practicar las habilidades aprendidas en situaciones reales. Se pueden realizar juegos de rol, simulaciones o tareas en casa para reforzar la regulación emocional en diferentes contextos.

Es importante destacar que los talleres de regulación emocional deben ser conducidos por profesionales de la psicología o la salud mental con experiencia en el trabajo con niños y jóvenes.

Hiperactividad

Un niño que manifiesta un patrón de síntomas de hiperactividad e impulsividad a menudo presenta las siguientes características:

  • Está inquieto o da golpecitos con las manos o los pies, o se retuerce en el asiento
  • Le cuesta permanecer sentado en el aula o en otras situaciones
  • Está en constante movimiento
  • Va de un lado para otro o trepa en situaciones no apropiadas
  • Tiene problemas para jugar o realizar actividades tranquilas
  • Habla demasiado
  • Da respuestas apresuradas o interrumpe a quien le hace preguntas
  • Tiene dificultades para esperar su turno
  • Interrumpe conversaciones, juegos o actividades de otros, o se entromete en ellas
Duelo
  • Manifestaciones emocionales: Los niños y jóvenes pueden experimentar una amplia gama de emociones durante el duelo, que incluyen tristeza, ira, culpa, confusión, ansiedad y miedo. Es importante tener en cuenta que estos sentimientos pueden fluctuar y no se presentarán de la misma manera en todos los casos.
  • Expresión del duelo: Los niños y jóvenes pueden expresar su duelo de diferentes maneras. Algunos pueden hablar abiertamente sobre sus sentimientos, mientras que otros pueden mostrar cambios en su comportamiento, como irritabilidad, regresión en etapas previas de desarrollo, dificultad para concentrarse o pérdida de interés en actividades que solían disfrutar.
  • Comprensión de la muerte: La comprensión de la muerte varía según la etapa de desarrollo del niño o joven. Los niños más pequeños pueden tener dificultades para entender que la muerte es permanente y puede pensar que la persona fallecida volverá en algún momento. Los adolescentes suelen tener una comprensión más cercana a la de los adultos, pero aún pueden enfrentar desafíos únicos en el proceso de duelo.

  • Apoyo y comunicación: Es fundamental que los niños y jóvenes reciban apoyo y comprensión durante el duelo. Los adultos cercanos, como padres, cuidadores o profesionales de la salud, deben fomentar un ambiente de comunicación abierta y segura, donde los niños se sientan cómodos expresando sus emociones y haciéndoles preguntas sobre la pérdida.
  • Ritmo del duelo: El duelo es un proceso individual y no sigue un cronograma específico. Algunos niños y jóvenes pueden recuperarse más rápidamente, mientras que otros pueden necesitar más tiempo para adaptarse a la pérdida. Es importante permitirles expresar su duelo a su propio ritmo y brindarles el apoyo necesario durante todo el proceso.

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